red

RED

RED cuenta la historia de una mujer víctima de un abuso / agresión sexual donde, tras el suceso, podemos observar su evolución psicológica a lo largo del tiempo.

6 intérpretes mujeres (Ana Paunero y Lara Nácher vestidas de rojo – título de la obra en inglés; Cristina Carretero y Aurora Spina vestidas de blanco; Ariadna Sánchez y Daniela Parra vestidas de negro) son las que representan diferentes personajes y estados en diferentes líneas:

En la línea de vestuario / simbología del color: El rojo simboliza la violencia, la agresión, la mancha / marca y la sangre. El blanco simboliza la pureza, la inocencia y la estima. El negro simboliza la sofisticación, la privacidad y el decoro.

En la línea de tiempo: Lara Nácher, Ana Paunero y Aurora Spina representan a esta misma mujer en el pasado, el presente y el futuro, respectivamente. Ariadna Sánchez y Daniela Parra representan la sociedad atemporal, esas personas que siempre están presentes a nuestro alrededor (amigos, familiares, compañeros de trabajo, conocidos, etc.) acompañando y observando.

Como mobiliario / escenografía tenemos 6 sillas (1 para cada intérprete) que representan el medio y la ubicación donde ocurre el suceso; de ahí que se estén manipulando y cambiando a lo largo de la obra. Contamos con 3 sillas negras (conjunto 1), 2 taburetes (conjunto 2) y una silla alta (conjunto 3).



La trama comienza con el primer capítulo (1. A la orden del día), donde las 6 sillas están agrupadas por conjuntos (3 en total), a los cuales a cada uno se les asigna 1 voz de hombre. En esta parte, se escucha un audio donde un joven comenta con dos amigos un suceso pasado, del que no se dan muchos detalles, que es la agresión en sí. De esta manera, las voces tratan de animar las sillas, personalizándolas como si fueran estas las que hablan. De la misma manera, tiene como efecto el imaginar al hombre que antes hubiese estado sentado sobre esas sillas.


La obra continúa con el segundo capítulo (2. Vergüenza) que nos hace viajar al pasado, en un momento anterior al suceso. Se expone con movimientos lineales el ideal de perfección ante el resto de las personas y con gestos definidos el miedo, la ocultación y la vergüenza.
La coreografía se basa en la misma frase de manera imparcial para representar el patrón de repetición que como sociedad vivimos actualmente, sobre todo las mujeres, queriendo aparentar frialdad y comodidad en un mundo de altos estándares machistas. La unión entre las mujeres se refleja en un abrazo determinado. Aun así, entre ellas se mantienen distantes y cuentan sus propias historias relacionadas con la vergüenza y / o momentos en los que la hayan experimentado con motivo de mantener estas altas expectativas.
El audio que acompaña esta pieza mezcla susurros con voces mezcladas. En este punto hacemos hincapié en el miedo al rechazo y a lo que puedan decir de nosotros.


Posteriormente, comienza el tercer capítulo (3. Dúo) donde se expone el suceso y el vínculo / importancia del contacto físico y sus consecuencias. El uso de los taburetes y su manipulación se relacionan con la manera en que fueron utilizados. La intérprete vestida de rojo ubicada al fondo con la silla sirve de aviso / señal de advertencia sobre un mal presagio.
La coreografía termina con las intérpretes y los taburetes atravesados, imagen que simboliza la unión entre las dos personas a partir de ese momento, y el daño que ocasiona a ambas partes de forma muy diferente en el futuro.


Inmediatamente después, llega el cuarto capítulo (4. RED) donde viajamos al momento presente. Será Ana P. quien represente con un solo la manera en que esta mujer vive sus emociones en lo privado, de manera individual, en lo secreto, al margen de la sociedad.

La coreografía se basa en la composición poética de un texto que yo misma escribí indagando en estos pensamientos intrusivos desde el punto de vista de la otra persona implicada en el suceso. Existe un vocabulario específico que corresponde a un gesto o movimiento determinado, con lo que nos encontramos frente a un extracto más bien propio de danza-teatro. En total, la leyenda de signos se compone de 18 palabras cifradas y sus correspondientes variaciones que, ligadas, suman 32 claves que hay que estudiar para ejecutar la pieza.

Lo que se propone aquí es mostrar de una forma más clara, humana, directa y abreviada la gran cantidad de pensamientos que se suceden uno tras otro sin que tengamos control sobre ellos.

Texto:

I have been sat for a while, and I did not have time to see the colours of the water. I have been sat for a while, and I did not see that you were in front of me. I have been sat for a while and I saw you die.
I could not cry. I could not shout. I could not do anything when you were in front of me. Because I am a man who has been sat for a while.
Does my Lord see me right now ? “There is anything to do here right now” – He says. God never prays, I’ve learnt.
Glory loves red. The devil loves red. I think I love red. Am I bad loving red?
I have always prayed for my Lord and for my family. Now I know my family is red. He does not love them as I love red. And, I am not loved.
My Lord thinks He can make me walk, but I have been sat for a while. So He does not know anything about me. He really does not know who I am, or that I love red.
Maybe that is my sin, that I love red. And maybe that is the reason I have been sat for a while.
I can see it in the water, mixed with me. And I am completely red! I promised myself never to pray anymore, but I do. I can sing for hours if I need to and there is no one else to sing with me, so I do.
My song will be red.
A hole life being sat for a while. That is the truth. I am a man who has never walked in his life.
I did not have time to see the colours of the water. I did not see that You were in front of me. I was a red man when you died.
I can stand up.

El audio que acompaña a la pieza es la grabación de una IA en la voz de un hombre declamando el texto original escrito en el que se basa la coreografía, y que la intérprete escucha en el momento para guiarse en sus pasos (al igual que explicaba anteriormente el proceso en que una idea nos llega a la mente sin poder frenarla).
La decisión de usar una IA para este audio se basa en la deshumanización y frialdad de la voz en comparación con lo que dice (contenido), mostrando la carencia de compasión y empatía en sus palabras.
A la vez que esto sucede, el resto de las intérpretes están sentadas en sus respectivas sillas formando una diagonal. Mientras la bailarina ejecuta el solo, las demás están sentadas mirando hacia atrás, evitando el contacto visual. De esta manera, observamos la manera en que la sociedad aparta la mirada ante estas consecuencias individuales.

Más tarde, se introduce un momento sin música en el que oímos las respiraciones de las intérpretes en un distorsionado juego similar al “escondite inglés”. Las intérpretes que estaban sentadas en diagonal giran la cabeza para mirar hacia delante una vez termina el solo con la bailarina sentada en su silla.
Aquí comienza esta retorcida pausa en la que la solista se gira varias veces para comprobar que las demás no la han visto mostrando sus emociones; pero cuando les da la espalda, el resto se gira inmediatamente para mirar y examinarla (recuperamos la idea del miedo al rechazo).


Justo después, comienza el quinto capítulo (5. Culpa) donde se investigan las diferentes manifestaciones de esta emoción que va y viene en el momento presente. Se juega por parejas y se explora el reencuentro con el contacto físico, juntándose y separándose por momentos.
Se investiga sobre la pausa, la espera y sobre pensar. En un momento determinado, una de las intérpretes vestida de blanco (Aurora S.) ejecuta una serie de movimientos basados en el dibujo Estudio de las proporciones ideales del cuerpo humano de Leonardo da Vinci, a modo de “Mujer de Vitruvio” representando ese ideal que se buscaba y que se ha perdido para siempre tras lo sucedido (pérdida de la inocencia, despojo de la pureza, sensación de culpabilidad, remordimiento).
En este capítulo nos adentramos en un momento más oscuro, lento y taciturno en la obra. Todo es más pesado, cosa que también se refleja en la lentitud de los movimientos en comparación con las anteriores partes.


Posteriormente, entramos en el sexto capítulo (6. La Mancha) que es uno de los dos desenlaces de la obra (final abierto). En esta opción, se elige un futuro en que la mujer se aísla de todos los de su alrededor, perdiéndolos. En su día a día, va haciéndose más pequeña aceptando “la mancha” que cree que todavía porta, por lo que esta acaba por engullirla.
Aquí, las intérpretes están organizadas en círculo y repiten la misma frase de suelo una y otra vez de un lado y del otro (rutina y quehaceres diarios). Por cada tanda, una de ellas sale de escena simbolizando una pérdida. Al final, la última intérprete se queda sola y las dos bailarinas de rojo aparecen tras ella para “engullirla”.


Finalmente, llega el séptimo y último capítulo (7. Perdón), el segundo desenlace posible, donde la mujer acaba perdonándose a sí misma tomando la decisión de dejar ir, reconocer su inocencia y marchar hacia delante.
El audio de este capítulo se basa en una melodía al piano acompañada de una voz que declama un texto (original escrito por mí) sobre el perdón y las fases por las que ha pasado hasta llegar a este punto / elección.
Durante esta pieza, se proyectan diferentes imágenes extrañas y con el mismo formato en una paleta de colores rojo, blanco y negro. Mientras se van mostrando como si de recuerdos se tratasen, las bailarinas aparecen con las sillas en el suelo en diferentes posiciones, como si se hubiesen caído en una partida de ajedrez. Cada pareja del mismo color intercambia su posición en diagonales diferentes y trasladándose con distintas cualidades de movimiento. En los últimos fragmentos, las bailarinas de rojo se unen y desaparecen desintegrándose del espacio en el que se encuentran, desapareciendo así el color rojo de escena a la vez que se proyecta una imagen totalmente en blanco y negro de una chica tapando la cámara que la enfoca.



Esta obra tiene como particularidad la manera en que de una situación puntual y personal se puede lanzar un mensaje universal, del cual se han estudiado estas fases en común con otras mujeres víctimas de abusos o agresiones sexuales.
Más allá de los detalles que conforman mi historia personal, el objetivo de esta obra es que cualquier persona logre entender que estas fases y emociones son totalmente válidas. Además, se deja entrever que hay que acompañar a estas personas en la sanación del trauma, ya que no son diferentes, ni débiles, ni están necesitadas de compasión o marcadas de por vida por sus vivencias, pues estas no las definen ni enmarcan en un colectivo / grupo particular.

Intérpretes:

Cristina Carretero, Lara Nácher, Daniela Parra, Ana Paunero, Ariadna Sánchez, Aurora Spina, Carolina Díaz, Sergio Mancebo, David Manzanares, Juanma Montero